Fuente: https://bit.ly/35dZgAM

El 13 de septiembre de 1968, el movimiento estudiantil de 1968 dio una de las batallas cívicas más memorables en la lucha por la apertura al diálogo y por la democratización de nuestro país.

En la víspera del 1 de septiembre de aquel año, día del cuarto informe de gobierno del otrora presidente Gustavo Días Ordaz, un plantón de aproximadamente 3000 jóvenes que permanecía en el Zócalo capitalino en espera de la respuesta presidencial al pliego petitorio estudiantil, fue desalojado violentamente por elementos del ejército[1].

Posteriormente, el Consejo Nacional de Huelga (CNH) convocó a la manifestación del silencio para el día 13 de septiembre, en respuesta a la represión gubernamental por los “excesos verbales” expresados durante las movilizaciones estudiantiles.

En tales manifestaciones, se ridiculizaba a personajes eminentes de la administración pública federal, como el presidente de la república; eran “… una serie de consignas cantadas que implicaban ciertas majaderías… por primera vez el pueblo sale y puede gritar contra los funcionarios su real sentir”[2].

La manifestación del 13 de septiembre, fue una protesta que se llevó a cabo en silencio total; no hubo gritos, chiflidos, burlas o consignas por parte de los asistentes a la marcha, la cuál se dirigió, nuevamente, hacia la plancha del Zócalo de la Ciudad de México.

Luis González de Alba, líder estudiantil, la recordaría así: “Apenas salidos del bosque, a unas cuadras de iniciado el recorrido, las columnas empezaron a engrosarse. Todo el Paseo de la Reforma, banquetas, camellones, monumentos y hasta árboles, estaba cubierto por una multitud que en 100 metros duplicaba el contingente inicial. Y de aquellas decenas y después cientos de miles sólo se oían los pasos…”.[3]

El propósito de aquella marcha fue dado a conocer por el CNH a través de una convocatoria: “Ha llegado el día en que nuestro silencio será más elocuente que las palabras que ayer callaron las bayonetas”[4].

La marcha fue aprobada en el seno del consejo estudiantil, a pesar de la clara advertencia hecha por Díaz Ordaz durante la entrega de su IV Informe de Gobierno:

Se ha llegado al libertinaje en el uso de todos los medios de expresión y difusión; se ha disfrutado de amplísimas libertades y garantías para hacer manifestaciones, ordenadas en ciertos aspectos, pero contrarias al texto expreso del artículo 9 constitucional; hemos sido tolerantes hasta excesos criticados; pero todo tiene un límite y no podemos permitir ya que siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo… No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario; lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos, hasta donde estemos obligados a llegar, llegaremos.[5]

Con una asistencia aproximada de 300 mil personas, el movimiento cumplió uno de sus principales propósitos: conquistar, cuando menos, el espacio público por antonomasia: la calle.

             

[1] Krauze, Enrique, “Díaz Ordaz y el ‘68”, Clío, documental disponible en https://bit.ly/2tSaAQp, consultado el 7-09-2020.

[2] Roberta “Tita” Avendaño, líder del movimiento estudiantil de 1968, en Krause Enrique, op.cit.

[3] Samaniego Fidel, “El primer grito del silencio”, en El Universal, artículo disponible en https://bit.ly/2O8fz6R, consultado el día 7-09-2020.

[4] Ibídem.

[5] Rodríguez Karla, “Hemos sido tolerantes hasta excesos, pero todo tiene un límite: Díaz Ordaz”, en El Universal, artículo disponible en https://bit.ly/2O5TKEX, consultado el 7-09-2020.

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