Fuente: https://bit.ly/33qhDUj

Ignacio Allende es uno de los personajes más conocidos dentro de la historia de nuestro país, por su participación como pionero en la insurgencia que dio inicio a la lucha por la independencia del territorio de la Nueva España.

Ignacio Allende Unzaga nació el 21 de enero de 1769, en Villa de San Miguel el Grande–conocido actualmente como San Miguel de Allende, en el hoy estado de Guanajuato—. Sus padres fueron Marina Unzaga y Domingo Narciso Allende, españoles de clase media, residentes de la zona del Bajío.

Sus estudios iniciales los realizó en la escuela San Francisco de Sales, ubicada en su ciudad natal y en donde estuvo bajo la tutela de su tío materno José María Unzaga; en ese mismo lugar conoció y trabó amistad con los hermanos Aldama.

En 1795, Ignacio Allende dio inicio a su carrera militar. En la región de su residencia se autorizó la integración del Regimiento Provincial de Dragones de la Reina; Allende se dio de alta junto a Juan Aldama y José Mariano Jímenez. Un año después de su ingreso, en el mes de febrero,  fue nombrado teniente; en enero de 1801 el entonces virrey Félix Berenguer de Marquina lo nombró teniente del Cuerpo de Granaderos y, bajo el mando de Félix María Calleja, combatió en Texas a aventureros estadounidenses que pretendieron establecerse en aquel territorio.

En 1802, ya con el grado de teniente de las milicias de la Reina, Allende contrajo matrimonio con María de la Luz Agustina de las Fuentes, quien falleció tan sólo seis meses después.

En su servicio como militar, Allende tuvo la oportunidad de conocer el sentir de diversos políticos y militares criollos, cuyas ideas de autonomía o independencia llamaron fuertemente su atención. En 1808, regresó a su natal San Miguel con el grado de Capitán; bajo su mando tuvo a un regimiento conocido como Dragones de la Reina.

En 1809, en plena efervescencia por la invasión napoleónica a la metrópoli, Allende se integró a la conspiración de Valladolid liderada por José María García Obeso y José Mariano Michelena, la cual fue descubierta.

A pesar de que estuvo cerca de ser apresado, Allende volvió a involucrarse en otra junta conspiratoria que se organizó en la ciudad de Querétaro; en ella participaron el corregidor de la ciudad, su esposa, el clérigo Miguel Hidalgo, los hermanos Aldama y otros criollos ilustrados, cuyo propósito era emprender un movimiento que derrocara el sistema de privilegios que operaba sólo en favor de un puñado de españoles peninsulares.

Ante el descubrimiento de la junta conspiratoria y la inminente prisión, Allende propuso que todos los involucrados dieran la voz del levantamiento en cada ciudad; sin embargo, Hidalgo logró convencerlo de llamar a la población de Dolores en su auxilio y desde allí iniciar la lucha en contra del gobierno peninsular.

La arenga de la madrugada del 16 de septiembre de 1810, instigada por el cura de la localidad, provocó un levantamiento social, cuyas consecuencias no fueron previstas por ninguno de los miembros de la junta conspiratoria de Querétaro.

Al iniciarse la lucha armada de manera abrupta, el contingente revolucionario arrasó con los poblados a su paso, mientras se dirigía para tomar la primera plaza importante: Guanajuato. El 28 de septiembre cayó la alhóndiga de Granaditas y a ello le siguieron una serie de saqueos y masacres de peninsulares realizados por la turba iracunda, la cual no conocía de disciplina militar ni de estrategias para el desarrollo de una lucha bélica; éste fue uno de los puntos de fricción más importantes entre las cabezas más importantes de la insurgencia: Hidalgo y Allende.

Allende, para dotar al ejército insurgente de cierta disciplina militar, incorporó al regimiento que tenía bajo su mando. A pesar de lo accidentado que le resultó dirigir un contingente armado de alrededor de 80 mil combatientes, que en su mayoría eran campesinos, mozos de caballería, artesanos y demás, la columna revolucionaria logró hacerse del control de Celaya, Irapuato, Silao, Guanajuato, para después marchar sobre la Ciudad de México, conquistando Valladolid, Salvatierra, Zinapécuaro, Indaparapeo, Acámbaro y Toluca.

Finalmente, con la victoria en Montes de la Cruces el 30 de octubre de 1810, la insurgencia se perfilaba para doblegar la Ciudad de México, sede del poder virreinal y proclamar la independencia de la Nueva España. Sin embargo, Hidalgo se rehusó a marchar sobre la ciudad –algunos historiadores aducen el temor del cura a propiciar actos como los ocurridos en Guanajuato—y decidió retirarse de nuevo hacia el Bajío, lo cual, fue visto por Allende como un error táctico garrafal.

Las diferencias entre Hidalgo y Allende se intensificaron, lo cual mermó en buena medida la moral de la tropa insurgente reduciéndola a la mitad y provocando con ello una estrepitosa derrota en Aculco ante el general Félix María Calleja. La gravedad de la situación llevó a los líderes insurgentes a dividirse: Hidalgo se dirigió hacia Guadalajara y Allende se enfiló hacia Guanajuato.

El propósito de Allende fue reorganizarse y hacer acopio de armas para poder resistir la embestida de un ataque realista. El 17 de enero de 1811 el general realista Calleja se dirigió a Guadalajara para ponerla bajo su control; Hidalgo solicitó la ayuda de Allende quien, en contra de su voluntad, abandonó Guanajuato dejándole la plaza a Calleja sin presentar batalla.

Considerando como un error garrafal enfrentar al ejército realista en Puente de Calderón, Allende acudió en auxilio de Hidalgo; las tropas insurgentes sufrieron su más estrepitosa derrota; maltrechos, decidieron reorganizarse, poniendo a Allende al frente de lo que quedaba del ejército insurgente y, posteriormente, ordenando el primero retirarse hacia Saltillo, en el norte del territorio.

El 21 de marzo, Allende, Hidalgo y otros líderes insurgentes fueron aprehendidos en Acatita de Baján, en las cercanías de Monclova. Enjuiciado y procesado en Chihuahua por el delito de infidencia, Allende fue condenado a pena de muerte.

El 26 de junio de 1811, fue fusilado en compañía de Juan Aldama y Mariano Jiménez; sus cabezas fueron puestas en una jaula y colgadas en una esquina de la alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.

 

Fuentes:

  • Carmona, Doralicia, “Ignacio Allende Uzanga”, en Memoria Política de México, disponible en https://bit.ly/33FLPea, consultado el 16-01-2022.
  • Landavazo, Marco Antonio, “Guerra y violencia durante la revolución de independencia de México”, en Revista de Estudios Históricos, núm. 48, julio-diciembre, 2008, pp. 15-40. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, México.
  • Villoro, Luis, “La revolución de Independencia”, en, Historia General de México. El Colegio de México. México, 2001.

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