Fuente: https://bit.ly/3y8nbwV
El movimiento estudiantil de 1968 fue la primera gran movilización de la sociedad civil que cuestionó abiertamente la estructura del poder presidencial que se ejercía en el país; fue además un movimiento social que incursionó en los terrenos de una democracia directa.
La estructura política encabezada por Gustavo Días Ordaz, titular del Ejecutivo Federal, estaba diseñada para que el ejercicio del poder presidencial fuera incuestionable y no había cabida para las disidencias de ningún tipo.
El movimiento estudiantil de 1968, iniciado por los actos de represión policial suscitados a finales de julio de ese año, intentó establecer fácticamente canales de comunicación con el régimen existente, lo que fue interpretado con signos de alarma por parte de las autoridades gubernamentales en su momento.
Los estudiantes de las universidades que participaron activamente en las manifestaciones que se llevaron a cabo entre julio y octubre de aquel año encontraron un importante respaldo entre los trabajadores de la iniciativa privada y del gobierno, padres de familia, así como entre los maestros de las instituciones de educación media superior y superior, quienes también se sumaron a las demandas hechas por el Consejo Nacional de Huelga. En este tenor, la participación del entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Ingeniero Javier Barros Sierra fue de gran relevancia.
Uno de los actos cívicos más importantes dirigidos por Barros Sierra fue la marcha del 1 de agosto de 1968. Días antes, entre la noche del 29 y la madrugada del 30 de julio, efectivos militares y policiacos irrumpieron en la Preparatoria número 1, adscrita a la Universidad Nacional y, de un bazucazo, derribaron la antigua puerta de madera labrada a mano de aquel plantel educativo; fue la primera vez que personal militar intervino durante la escalada del conflicto. El rector, horas después, izó la bandera nacional a media asta en Ciudad Universitaria.
Ante la toma de diversos planteles de la Universidad Nacional, el entonces rector invocó el respeto a la autonomía universitaria y, el 1 agosto, antes de encabezar la marcha en protesta por la agresión militar, declaró: “Hoy es un día de luto para la Universidad. La autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido. La autonomía no es una idea abstracta, es un ejercicio responsable que debe ser respetable y respetada por todos”[1]. Por la temeridad que implicó enfrentar al todo poderoso gobierno federal, Barros Sierra tuvo que sufrir el vituperio oficial y, a su vez, apoyar a los sobrevivientes de la masacre perpetrada en contra de los estudiantes el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, a quienes se pidió que levantaran la huelga.
La marcha del 1 de agosto no solo evidenció el apoyo moral con el cual contaban los estudiantes en paro indefinido, sino que además significó un claro mensaje al Ejecutivo federal: la disidencia no solo se encontraba en el cuerpo estudiantil, sino en quienes encabezaban las instituciones académicas.
En 2010, el Senado entregó post mortem, la medalla al mérito cívico Belisario Domínguez a Barros Sierra.
[1] Olivares, Emir; Urrutia Alonso, “Apoyó a los estudiantes en el 68 y evitó más violencia durante el movimiento”, en La Jornada, artículo disponible en https://bit.ly/2KaeHeO, consultado el 26-07-2021.
Fuentes:
- Krauze, Enrique, “Díaz Ordaz y el 68, Editorial Clío, México, disponible en: https://bit.ly/375AvGk, consultado el 26-07-2021.
- Olivares, Emir; Urrutia Alonso, “Apoyó a los estudiantes en el 68 y evitó más violencia durante el movimiento”, en La Jornada, artículo disponible en https://bit.ly/2KaeHeO, consultado el 26-07-2018.