Fuente: https://bit.ly/3GAgkQr

Una de las figuras históricas más importantes del periodo de la Independencia de México fue Vicente Guerrero; su participación como líder insurgente en la zona sur del virreinato de la Nueva España y su adhesión al Plan de Iguala, convocado por Agustín de Iturbide en febrero de 1824, fueron determinantes para que la colonia pudiera separarse definitivamente de la metrópoli.

Vicente Ramón Guerrero Saldaña nació el 10 de agosto de 1783, en el poblado de Tixtla, ubicado en la demarcación política que hoy lleva su apellido: Guerrero. Sus padres María Guadalupe Saldaña y Juan Pedro Guerrero fueron objeto de marginación por motivos raciales; eran de sangre afrodescendiente, mezclada con española e indígena.

Debido a esa situación, el insurgente, durante su niñez no tuvo acceso a la educación y se vio en la necesidad de trabajar como peón en las haciendas de Tierra Caliente; también conoció el oficio de arriero, lo que le permitió conocer los caminos y lugares más recónditos de la región.

Guerrero ingresó a la vida militar en 1811, por invitación de los hermanos Hermenegildo y Pablo Galeana. Su participación dentro del movimiento insurgente le permitió escalar al grado de capitán y, posteriormente al de teniente coronel, de la mano de José María Morelos, quién le otorgó este último grado después de que tomara exitosamente la ciudad de Oaxaca en 1812. A inicios de 1814, Guerrero fue el encargado de escoltar al Congreso de Anáhuac, después de que la insurgencia sufriera derrotas importantes en Valladolid y Peruarán.

A finales de 1815, después del fusilamiento de Morelos, el movimiento insurgente sufrió un notable decaimiento por la muerte de este último, el encarcelamiento de López Rayón, la disolución del Congreso de Anáhuac y la aciaga derrota que Guerrero sufrió a manos del realismo en la Cañada de los Naranjos.

Esto último provocó que algunos jefes de la insurgencia depusieran las armas y aceptaran el indulto ofrecido por el entonces virrey Juan Ruíz de Apodaca. Sin embargo, figuras como Guerrero, Juan Álvarez y Juan Pedro Alquisiras siguieron combatiendo al realismo a través de una estrategia de guerra de guerrillas.

Entre los años 1816 y 1818, Guerrero mantuvo en pie la lucha insurgente en los territorios de su dominio natural, en los cuales se focalizó; el acecho constante del realismo le impidió establecer contacto con la expedición de Francisco Xavier Mina, la cual sucumbió en noviembre de 1817.

En 1820, Guerrero se mantenía prácticamente como el último líder insurgente en activo después de la derrota de Guadalupe Victoria; el gobierno virreinal le ofreció el indulto, enviando como emisario a su propio padre. Se cuenta que la respuesta de Guerrero a la propuesta fue: “Compañeros, este anciano es mi padre. Ha venido a ofrecerme recompensas en nombre de los españoles. Yo he respetado siempre a mi padre, pero la patria es primero”.

Los intentos de las fuerzas realistas por liquidar definitivamente la insurgencia coincidieron con el movimiento liberal que consiguió obligar a Fernando VII de España a jurar la Constitución de Cádiz, la cual dio pie al establecimiento de la primera monarquía constitucional moderada en la península.

Este evento provocó nuevas convulsiones, como la Conspiración de la Profesa, maquinada para intentar conservar los privilegios de ciertos sectores, como el clerical y la milicia, a los cuales, el constitucionalismo peninsular había amenazado, comprometiendo su estatus en las posesiones ultramarinas de la Corona.

La irrupción de Agustín de Iturbide en el escenario político y su eventual contacto con Vicente Guerrero para lograr la unión del realismo con lo que quedaba de la insurgencia y así conquistar la independencia de la Nueva España, tuvo un fuerte eco en todo el territorio virreinal. El abrazo de Acatempan, así como la aparición del Plan de Iguala y la conformación del ejército de las Tres Garantías, permitieron darle un rumbo definitivo a la consumación de la Independencia el 27 de septiembre de 1821.

Vicente Guerrero, fiel a las ideales liberales de los insurgentes que lo había formado políticamente, después de aceptar colaborar con la Regencia, de ser nombrado general y jefe de la Capitanía del Sur, así como de recibir la Gran Cruz de la Orden de Guadalupe, se manifestó en contra de la coronación de Iturbide y de la imposición del Primer Imperio Mexicano.

Lo anterior detonó fuertes reacciones a través de un movimiento republicano, el cual fue abanderado con el Plan de Casa Mata; primer pronunciamiento de las tropas ya mexicanas al que Guerrero se adhirió inmediatamente y mediante el cual luchó en contra del efímero imperio de Agustín Primero de México.

Con el desvanecimiento del imperio y el triunfo de la República, en 1824 Guerrero contendió con Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo por la presidencia de la naciente república, empero los resultados electorales no le favorecieron en los comicios de ese año.

En 1828, ya como miembro activo de la logia masónica Yorkina y después de combatir a Nicolás Bravo, quien intentó derrocar a Guadalupe Victoria -lo que llevó a la desaparición de la logia masónica escocesa-, Guerrero fue postulado para la elección presidencial de 1828, la cual perdió, no sin dar lugar a señalamientos de fraude cometido en su perjuicio por parte de Manuel Gómez Pedraza, quien fue desconocido por Antonio López de Santa Anna y posteriormente por el mismo Congreso, lo que le dio la posibilidad a Guerrero de recibir el cargo de presidente de manos de Guadalupe Victoria el 1 de abril de 1829.

No obstante, su gobierno se vio eclipsado por un intento de reconquista de parte de Fernando VII; en julio de 1829, las fuerzas expedicionarias españolas al mando del general Isidro Barradas desembarcaron en el puerto de Tampico, pero fueron sometidos al cabo de unos meses por Santa Anna.

Asimismo, el presidente Guerrero, con facultades extraordinarias que se había arrogado ante la invasión, intentó emprender reformas liberales, como un nuevo decreto para la abolición de la esclavitud, la supresión de la pena de muerte y el establecimiento de impuestos a las clases pudientes para beneficio y ayuda de los pobres.

La gran agitación política urgió a sus opositores a declarar la inconstitucionalidad de las facultades extraordinarias asumidas por Guerrero y, el 6 de noviembre de 1829, se inició en Yucatán una rebelión centralista, la cual dio pie a la promulgación del Plan de Jalapa, que desconocía las elecciones anteriores y, por ende, la presidencia de Guerrero, nombrando a su vicepresidente Anastasio Bustamante, como el nuevo titular del Ejecutivo.

Guerrero solicitó al Congreso licencia para salir a combatir la rebelión de Bustamante, el 17 de diciembre de 1829, pero ante la gravedad de la situación y el avance de este último, el Congreso lo declaro “imposibilitado para gobernar la República” el 4 de febrero de 1830. Ante esto, Guerrero regresó a la región de Tierra Caliente para defender la legalidad que el Congreso había violado, empresa en la cual no tuvo mucho éxito.

Fue detenido, mediante traición, a bordo de la embarcación “el Colombo”, el 15 de enero de 1831 frente a las costas de Acapulco. Condenado a pena máxima por varias acusaciones en su contra ante un consejo de guerra, fue fusilado el 14 de febrero del mismo año.

 

Fuentes:

  • Carmona, Doralicia, “Vicente Ramón Guerrero Saldaña”, en Memoria Política de México, disponible en https://bit.ly/3LaYRl7, consultado el 7-02-2022.
  • Zoraida Vázquez, Josefina, “Los Primeros Tropiezos”, en Historia General de México. El Colegio de México. México, 2000. Pp. 525-577.

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