19 de julio. Fusilamiento de Agustín de Iturbide.

Fuente: https://bbc.in/3e7jsIb

El periodo de la Independencia de México abarcó 11 largos años de lucha e inestabilidad política, económica y social en lo que fuera el territorio de la Nueva España. Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu fue un personaje central de aquella época, el cual desempeñó un papel determinante para lograr la consumación de la Independencia.

El que fuera el monarca del primer Imperio Mexicano nació el 27 de septiembre de 1783 en Valladolid, hoy Morelia, Michoacán, en el seno de una familia criolla acaudalada. Sus padres fueron Josefa de Aramburu y José Joaquín de Iturbide. Sus estudios los realizó en el Seminario de su ciudad natal, dedicándose al campo al término de ellos. En 1798, optó por la carrera de las armas como alférez de regimiento.

Al iniciarse la revolución de Independencia, a mediados de septiembre de 1810, Iturbide tenía conocimiento de los conspiradores de Querétaro y recibió noticias de lo ocurrido en el poblado de Dolores. Para entonces, ya gozaba de cierto prestigio militar y dado su origen criollo, el cura Hidalgo intentó convencerlo de unirse al movimiento insurgente; se sabe que el clérigo le envió una carta a Iturbide ofreciéndole el grado de teniente general, lo cual fue rechazado por el joven alférez. Este último no se unió a la insurgencia de Hidalgo, porque, de acuerdo con lo documentado en sus memorias, los planes del cura -mal concebidos- llevarían al territorio de la Nueva España y a sus habitantes a la ruina.

Durante aproximadamente diez años, Agustín de Iturbide se mantuvo activo en el ejército realista, fiel a la Corona española. Estuvo presente en la batalla del Monte de la Cruces en octubre de 1910; después fue ascendido a capitán de una división provincial en Tula. En 1812, capturó a un importante guerrillero insurgente conocido como Albino García; posteriormente, ganó fama por tomar el Valle de Santiago y los fuertes ubicados en la laguna de Yuriria; asimismo, finiquitó a las tropas de Ramón López Rayón en Salvatierra, por lo que el Virrey Calleja lo ascendió a coronel del regimiento de Celaya. Iturbide obtuvo fama por ser un fiero militar realista; arrasó poblados que servían de base social al movimiento insurgente y mandaba a fusilar al que cayera en sus manos.

En 1816, Iturbide tenía bajo su responsabilidad militar los territorios de Guanajuato y Michoacán, mismo año en que fue acusado de usar su cargo para realizar saqueos, incendios y tráfico de comercio ilícitos. Fue depuesto, sometido a juicio y finalmente absuelto. Sin embargo, este suceso lo llevó a retirarse de la vida militar y a establecerse en la ciudad de México.

El 7 de marzo de 1820, el movimiento liberal de Rafael de Riego y Antonio Quiroga, orilló a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz de 1812. Tales sucesos repercutieron nuevamente en las posesiones ultramarinas de la Corona, por lo que el Virrey Juan Ruiz de Apodaca se vio a obligado a proclamar el texto constitucional ante la Real Audiencia el 31 de mayo de 1820; la entrada en vigor del documento propiciaría la libertad de los insurgentes encarcelados, abriría cauce a la liberad de imprenta y atizaría las aspiraciones de acaudalados criollos de conquistar cierto grado de autonomía política y económica con respecto de la Corona.

La latente amenaza que experimentaron el clero y la milicia novohispana de perder sus privilegios los llevó a organizarse en la conspiración de la Profesa, la cual fue encabezada por Matías Monteagudo. Los conspiradores decidieron romper los lazos de fidelidad con la península y, para lograr su cometido, incluyeron la participación de la milicia, hasta ese momento fiel a Fernando VII. El elegido para tal empresa fue Agustín de Iturbide.

Iturbide maduró un plan muy distinto al elaborado por la élite política y económica que se aglutinó en torno a la conspiración de la Profesa. Se dio cuenta muy a tiempo que la estabilidad de los territorios no sería posible manteniendo un régimen como el que hasta ese momento se había sostenido en la Nueva España y que, si quería lograr la Independencia, necesitaba sumar al último bastión insurgente que se encontraba en el sur y que era dirigido por Vicente Guerrero.

Iturbide solicitó la comandancia del sur y tomó posesión de ella el 9 de noviembre de 1820. A partir de ese momento, comenzó un intercambio epistolar con Guerrero; finalmente, el 10 de febrero de 1821 los dos dirigentes militares se dieron el histórico abrazo en la localidad de Acatempan, en el hoy estado de Guerrero y el 24 de febrero se firmó y dio a conocer el Plan de Igual, en el que la inesperada alianza prometía defender tres garantías: independencia de España o de cualquier potencia, la defensa de la religión católica y la unión de todos los habitantes del territorio sin importar su origen social, todo al amparo de una monarquía constitucional moderada.

El 24 de agosto de 1821, Iturbide negoció con el último representante de la Corona, Juan O’Donojú la firma de los Tratados de Córdoba, en los que se reconocía de facto la Independencia del territorio de la Nueva España. El 27 de septiembre, el día de su cumpleaños, Iturbide entró al frente del Ejercito Trigarante a la Ciudad de México, consumando de esa manera la Independencia de nuestro país.

El 28 de septiembre de 1821, se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, previa instalación de la Junta Provisional Gubernativa, de acuerdo con lo establecido en el Plan de Iguala. En abril de 1822, la Corona española se negó a reconocer la independencia mexicana y, por consiguiente, a enviar a algún miembro de la familia real a tomar la corona del naciente imperio; lo que propició que partidarios de Iturbide ejercieran presión sobre el Congreso reunido y, a la postre, lograron la coronación del primer emperador de México el 21 de julio de ese mismo año.

No obstante, el gobierno de Agustín Primero fue efímero (nueve meses). Insurgentes liberales se pronunciaron en su contra mediante el Plan de Casa Mata en diciembre de 1822 y demandaron el establecimiento de un sistema republicano. En marzo de 1823 Iturbide intentó sofocar el levantamiento en su contra, pero no contó con apoyo alguno en su empresa y se vio obligado a abdicar del trono el día 23 de ese mismo mes, exiliándose en Londres.

En mayo de 1824, Agustín de Iturbide supo de planes de reconquista procedentes de la península. Aconsejado por sus partidarios, salió de Londres rumbo a México, en donde había sido declarado traidor a la patria y se había dispuesto que cualquier autoridad que lo aprehendiese debía ejecutarlo inmediatamente.

 Fue detenido el 14 de julio en Soto de la Marina, donde había desembarcado. Se le enjuició apresuradamente y fue fusilado el 19 de julio de 1824 a las seis de la tarde.

 

Fuentes:

  • “Agustín de Iturbide”, en Memoria Política de México, disponible en https://bit.ly/3i2JxJk, consultado el día 12-07-2021.
  • Guzmán Pérez, Moisés, “El Movimiento Trigarante y el fin de la guerra en Nueva España (1821)”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 41, núm. 2, julio-diciembre, 2014, pp. 131- 161 Universidad Nacional de Colombia Bogotá, Colombia.

3 respuestas a "19 de julio. Fusilamiento de Agustín de Iturbide."

  1. Excelente investigación , que logra poner dentro del contexto nacional y peninsular la vida y obra de un personaje clave en la historia y progreso del MEXICO independiente Don Agustín de Iturbide. Gracias.

  2. En este relato se destacan dos personalidades que desde mi punto de vista retratan a dos ejemplos de ciudadanos mexicanos que hasta la fecha muestran el comportamiento de individuos que impactan en los resultados sociales, culturales y hasta económicos en nuestro país. Por un lado, Don Vicente un patriota concicente de la situación desventajosa de su entorno social pero demasiado ingenuo para alcanzar a ver el futuro de sus decisiones y por otra parte, un oportunista, el emperador Iturbide, que ve y planea la cúspide y triunfo en su carrera militar aprovechando una coyuntura en la historia de la Península. Esto lo mandó a las nubes y desde ahí ya no pudo calcular su futuro inmediato de vuelta a la realidad.

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