Fuente: https://bit.ly/3dVeIDY

Francisco Ignacio Madero González, considerado por algunos estudiosos e historiadores como apóstol de la democracia, por el importante papel que jugó en la caída del régimen porfiriano en México, a inicios del Siglo XX, nació el 30 de octubre de 1873 en la hacienda del Rosario –ubicada en el municipio de Parras de la Fuente, en el estado de Coahuila—.

Sus padres fueron Mercédez González Treviño y Francisco Madero Hernández; su abuelo Evaristo Madero Elizondo heredó a la familia una de las fortunas más grandes de aquella época, la cual estaba apoyada en empresas agrícolas, ganaderas, vinícolas, textiles y de transporte.

Recibió educación en el colegio jesuita de San Juan, en Saltillo; posteriormente fue enviado por su familia a Estados Unidos, a la ciudad de Baltimore, en donde fue inscrito en el colegio católico Saint Mary´s College.

Su educación superior la recibió en París, Francia, en el Liceo Versalles y en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Francia, en los que estudió contabilidad, economía política y sistemas de comercio.

En su paso por el viejo continente comenzó su afición por el espiritismo. A partir de 1886, realizó estudios de agricultura en Maryland y en la Escuela Técnica de Agricultura de Berkeley, en la ciudad de San Francisco, California; para 1893 regresó a su natal Coahuila, para dedicarse a administrar los negocios de su familia y las haciendas.

Establecido como empresario agricultor en Coahuila, Madero comenzó a incursionar en la producción vinícola de su estado y en la modernización de los sistemas de cultivos; fundó además la escuela comercial de San Pedro y empezó a poner en práctica sus conocimientos de medicina homeopática.

Por otro lado, también organizó sesiones de espiritismo, en donde se identificaba como “médium curandero”, pues “… es un don muy común y que se desarrolla mucho con la práctica…” (a José G. Madero, 26 de noviembre de 1901) y descubrió nuevos talentos: “… tuvimos hace algunos días una sesión interesantísima, pues resultaron cuatro médiums videntes, entre ellos Sarita mi esposa (a Joaquín Peña, 12 de diciembre de 1904).

En la actividad epistolar de Madero se descubre su confianza absoluta en la medicina homeopática; sus afanes de emprender nuevos negocios y de hacer crecer los ya existentes; su amor por su extensa y unida familia; su pasión por la lectura y la filosofía, así como el deseo vehemente de ayudar a sus empleados.

Para Francisco I. Madero, la actividad política no formaba parte de su agenda personal hasta antes de 1904: “En una de tus cartas me acuerdo que me hablabas mucho de política, lamentándote el estado en que se encontraba. Por acá, estamos lo mismo, pero esperamos el año entrante que suba al poder otro Gobernador, a ver si por obra o gracia de nuestro Elector no nos resulta tan malo como los que él siempre tiene el tino de escoger (a Eduardo Ruíz, 15 de septiembre de 1904).”

Madero era ajeno a la vida pública de su tiempo, hasta un mes después de la carta escrita a su amigo Eduardo Ruíz, en que se decidió a incidir en la administración pública y organizó el club de San Pedro, el primero de otros tantos, el cual tuvo su primera reunión el 20 de octubre.

La actividad política de Madero, así como su vertiginosa y ascendente carrera, comenzaron de manera formal en 1905, cuando se postuló para asumir la alcaldía de San Pedro de las Colonias, en su estado natal Coahuila. Durante ese tiempo reflexionó sobre el papel del dictador Porfirio Díaz a lo largo de casi treinta años, con lo cual, a través de su intercambio epistolar con diversos personajes de su época, Madero comenzó a madurar la idea de que el único camino que podía seguir una sociedad moderna, era el de la democracia política.

En 1908, después de la entrevista Díaz – Creelman, Madero escribió su obra cumbre: La sucesión presidencial de 1910, en la que se centró en enarbolar la necesidad que el pueblo tenía de recuperar sus derechos políticos, los cuales habían sido cancelados por el gobierno porfiriano en todas las formas posibles.

En 1909, fundó el Partido Nacional Antirreelecionista, desde el cual impulsó su candidatura a la presidencia de la República en las elecciones de 1910, ganando amplia popularidad debido a la gira que emprendió por todo el país para divulgar sus ideas y su plataforma política.

En junio de 1910, poco antes de las justas electorales, Madero fue aprendido por el gobierno de Díaz en Monterrey, Nuevo León, acusado de propiciar la fuga de Roque Estrada, quien fuera su secretario y a quién se le acusaba de conato de rebelión, de trastornar el orden público y ultraje a  las autoridades. Por este motivo Madero fue enviado a prisión a San Luis Potosí, desde donde observó el proceso electoral que culminó el 12 de julio con la ratificación de la reelección del anciano dictador en la presidencia del país el 4 de octubre. Sin embargo, tiempo después fue liberado bajo caución y escapó posteriormente hacia Estados Unidos.

Desde territorio estadounidense, en ese mismo mes de octubre de 1910, Madero publicó el documento que convocó al movimiento armado que dio fin al dominio porfiriano sobre la vida nacional: el Plan de San Luis. En él declaró ilegales las elecciones presidenciales que le dieron el triunfo a Díaz; se llamó al desconocimiento de las autoridades establecidas y convocó finalmente al levantamiento en armas, el 20 de noviembre de ese mismo año.

Con el  derrocamiento de Díaz, Madero ganó las elecciones extraordinarias de octubre de 1911 y asumió finalmente la presidencia del país en noviembre de ese año.

Francisco I. Madero fue asesinado antes de ingresar a la prisión de Lecumberri, ubicada al oriente de la Ciudad de México, el 22 de febrero de 1913, después de ser traicionado por altos mandos militares de origen porfiriano que participaban en su gobierno.

Con su muerte, culminó la primera etapa del movimiento revolucionario convocado por él, mismo que se extendió por más de una década.

 

Fuentes:

  • “Francisco Ignacio Madero González”, en Memoria Política de México, disponible en https://bit.ly/2HErbzN, consultado el 25-10-2020.
  • Krauze, Enrique, “Francisco I. Madero, Archivo de don Francisco I. Madero. Epistolario, t. I (1900-octubre de 1909); t. II (noviembre de 1909- 1910), introducción, edición y notas de Roberto R. Narváez, México, Instituto Cultural Helénico, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, Secretaría de Educación Pública, 2012”, en Historia Mexicana, vol. LXIV, núm. 1, julio-septiembre, 2014, pp. 413-417. El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México.
  • Rosas, Sánchez, Javier, “Francisco I. Madero en la transición democrática de México, 1905-1910”, en Estudios Políticos, vol. 9, núm. 25, enero-abril 2012, pp. 89-106. Universidad Nacional Autónoma de México. Distrito Federal, México.

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