9 de septiembre. México ingresa a la Sociedad de Naciones.

Fuente: https://bit.ly/3jL797j

La Revolución mexicana iniciada el 20 de noviembre de 1910 fue un fenómeno social de grandes proporciones cuyas consecuencias no sólo estribaron en la defenestración del viejo general Porfirio Díaz, sino que también se trastocaron las estructuras de la jerarquía económica y política que pervivieron en nuestro país durante los más de 30 años que duró el porfiriato. La búsqueda de mejores condiciones de vida para los sectores sociales más marginados a lo largo de las últimas décadas del Siglo XIX propició cambios profundos en el sistema jurídico, impulsados por la redacción de la Constitución de 1917.

Mientras México vivía una de las guerras civiles más cruentas de su historia, el mundo occidental iniciaba, el 28 de julio de 1914, uno de los eventos bélicos de mayor envergadura del siglo pasado: la Primera Guerra Mundial. Ésta se desarrolló durante cuatro largos años, y el principal escenario del conflicto internacional fueron las trincheras del viejo continente, en las que se enfrentaron los ejércitos de las potencias europeas, aunque después se incluyó la participación de Estados Unidos, nación americana que manifestaba desde entonces la gran hegemonía que detentaría el resto de la centuria.

Con la victoria que lograron los países de la Triple Entente: Francia, Imperio Británico e Imperio Ruso (a la cual se sumaron otros aliados como Estados Unidos) sobre la Triple Alianza: Imperio Alemán, Imperio Austrohúngaro, Imperio Otomano y Bulgaria se firmó un armisticio el 11 de noviembre de 1918, con el que culminó el enfrentamiento bélico.

La “Gran Guerra”, como se le conoció en un principio, propició la sucesión de una serie de eventos que marcaron el desarrollo del siglo pasado y, cuyas consecuencias, siguen alcanzando a las generaciones presentes.

El 28 de junio de 1919 se firmó el Tratado de Versalles entre los países vencidos y los vencedores, danto término oficialmente al estado de guerra y el cual fue firmado por más de cincuenta países. Entre los acuerdos establecidos en el tratado, se contempló la creación de la Sociedad de las Naciones, conocida también como Liga de Naciones, organización internacional, cuyo propósito sería velar por la paz internacional y mediar u organizar las relaciones entre todos los países.

Sin embargo, aunque aglutinó a un gran número de naciones en su seno, México no estuvo considerado en un principio para pertenecer a la Sociedad debido a la naturaleza misma del gobierno emanado de la Revolución.

Venustiano Carranza, virtual ganador del conflicto bélico suscitado en nuestro país y principal promotor del Congreso Constituyente reunido en Querétaro para la redacción de una nueva Carta Magna, asumió una postura afín a la no intervención y expresó su abierto rechazo a la llamada Doctrina Monroe, la cual había sido reconocida en el artículo 21 del Pacto de la Sociedad de Naciones. La Doctrina Carranza, se oponía rotundamente a la presión que las potencias pudieran ejercer sobre los gobiernos de las naciones más débiles y, por tanto, a la protección de intereses extranjeros por encima de los nacionales.

El nacionalismo revolucionario vio con recelo la intención, sobre todo de Estados Unidos, de hacerse con el mayor control del naciente mercado de hidrocarburos y, por ello, el gobierno de aquel país encabezado por Woodrow Wilson, en consonancia con las potencias europeas, procuraron mantener cierta distancia con la clase política vencedora emanada de la Revolución mexicana. De manera fáctica, México fue marginado de la política internacional durante una década completa.

En 1923, con la firma de los Tratados de Bucareli, el presidente Álvaro Obregón consiguió el reconocimiento de su gobierno por parte del vecino del norte, con lo que se establecieron relaciones diplomáticas entre ambas naciones y, eventualmente, con otros países como Alemania, Bélgica, España, Francia, Italia, la Unión Soviética y el Vaticano.

En 1930, con un evidente interés de figurar en el escenario político internacional, México envió a la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra, un observador permanente. Un año después, el 7 de septiembre de 1931, Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, propusieron en la décima segunda sesión de la Liga de Naciones que nuestro país fuera invitado a formar parte de esta organización internacional. Genaro Estrada, quien fungiera como secretario de Relaciones exteriores, informó al gobierno de México y al Senado de la República de la invitación hecha en Suiza.

Finalmente, el 9 de septiembre de 1931, México ingresó a la Sociedad de Naciones, organización a la que siempre manifestó su animadversión hacia la Doctrina Monroe.

 

Fuentes:

  • Herrera León, Fabián, “La Sociedad de Naciones y el problema del distanciamiento mexicano: la misión internacional de Julián Nogueira en México, agosto-septiembre de 1923”, en Revista de Estudios Históricos, núm. 57, enero-junio, 2013, pp. 125-153 Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, México.
  • AGN Recuerda el ingreso de México a la Sociedad de Naciones, disponible en https://bit.ly/2WSORs6, consultado el 6-09-2021.

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